
Un segundo después de decirte adiós ya no estabas aquí. Así como ahora ya no eres parte de mi vida.
Te desvaneciste. El tiempo debió borrar tu silueta en un descuido.
Ni el polvo de tus huellas quedó y tu perfume pasó a ser de otro.
Tu sonrisa es la misma en todos los rostros y tus gestos iguales a los de aquel hombre que no conozco.
No estás, no te veo ni te leo y mucho menos te he de soñar.
Tus manos son ahora las frías caricias de quien me roza.
Tu voz la susurran los ruidos de esta enorme ciudad.
Te fuiste y te solté.
Te arrastró el pasado como un acontecimiento más.
Tus abrazos me los da el abrigo de un viejo amigo y tus besos los labios de alguien al pasar.
No hay nada de ti conmigo. Ya no estás.
Pero me quedaron tus ojos para no olvidar. (Texto Yanina Muñoz)